Desde temprana edad la humanidad podía hablar de
música, ya que existía a través de las danzas, ritos y fiestas. Con el pasar
del tiempo fue evolucionando, haciéndose diversa y distinta según culturas, épocas,
idiomas, entre otros, convirtiéndose en un arte y en algo especialmente
poderoso para el cuerpo humano.
Se han realizado diversos estudios científicos
que han estudiado los efectos de la música en las personas, animales e incluso
las plantas, lo que se ha hallado es fascinante.
La música posee un efecto asombroso sobre el
cerebro, dando como resultado que la química cerebral varíe. Cuando escuchamos música
que nos agrada, se libera una cantidad de dopamina, neurohormona liberada por
el hipotálamo relacionada con el placer. Así también, tiene otras funciones,
como la de estar presente en los procesos de comportamiento, aprendizaje,
actividad motora, el sueño, el humor, la atención. Es por esta razón que los
estudios han arrojado mejora en la actividad motora de pacientes con Parkinson
o el incremento de razonamiento espacial en pacientes autistas.
Cuando escuchamos música nuestro cerebro se
activa en distintas aéreas, las cuales pueden observarse en la siguiente imagen, lo que tiene como consecuencia que con el tiempo
nuestra capacidad para aprender idiomas mejore, así también, mejora la
creatividad, incrementa la felicidad, calma la ansiedad, acelera el proceso de curación,
aumenta el optimismo y ayuda a calmar el dolor. La música también es conocida
por ayudar en algunos desordenes neurológicos tales como: Alzheimer, Parkinson,
Síndrome de Tourette y el autismo.
Se ha encontrado también, que la música afecta
directamente en el fortalecimiento del sistema inmunológico, debido a la
actividad del cerebro, al bienestar que se puede sentir, así como el decremento
de los niveles de ansiedad. De hecho, se encontró que escuchar música por 15
minutos podría aumentar los niveles de una familia de proteínas asociadas con
la sangre y la producción de plaquetas, estimulación de linfocitos y la protección
celular contra el SIDA, el cáncer y otras enfermedades. La música también es
capaz de confundir a nuestro cerebro mientras nos ejercitamos y anular las
constantes señales de fatiga.
Así como existe música que es beneficiosa a lo
largo de nuestra vida y nuestro día a día, también existe música que no aporta
nada bueno a nuestro organismo, ya que la música, o el estilo musical que nos
desagrada es capaz de producirnos estrés, y si el volumen a la que la estamos
escuchando es muy alto, puede llegar a producirnos ansiedad. También se han
expuesto casos en donde la música es utilizada como tortura, ya que el nivel
emocional al que se conecta es realmente poderoso, así como el nivel de atención
que nos requiere y que puede, literalmente, hacernos pedazos si se usa para
dichos propósitos.
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